domingo, 22 de noviembre de 2009

ROMPECABEZAS DE UNA IDENTIDAD LATENTE

Enternecedor homenaje en el Museo de “La Perla” a un obrero asesinado y a sus compañeros de OCPO.

Por Alejo Gómez




Alicia, la hija mayor de Honores, parada en el lugar en el que murió su padre.





VOTO REPUDIO
Contra la impunidad
Contra la destrucción del amor
Contra la devastación
de la identidad
Contra la privatización
de la felicidad
Contra el quebranto
de la solidaridad
Contra la precarización de la vida

(panfleto arrojado ayer en La Perla)


¿Era Luis Justino Honores tan sólo un hombre? ¿Era un ideal encarnado en la sangre de un obrero? ¿Y quién es ahora? ¿El legado de un proyecto revolucionario? ¿La identidad de una generación combativa? Para sus hijos, genuinos herederos de un amor más íntimo que insurgente, Luis Honores es un desafío a revelar.

“Mi papá es como un rompecabezas. Vamos reconstruyendo su identidad de a poquito; son miles de pequeños fragmentos dispersos que se unen con la memoria de sus amigos y de sus compañeros de militancia. Pasaron tres décadas y recién estoy conociéndolo, descubriendo qué sentía, en qué creía. Cada piecita del rompecabezas en su lugar me permite acercarme a mi papá y lograr su imagen. Lo que me duele es no recordar su voz”, se lamenta Alicia, la mayor de los cuatro hijos de Honores.

La mujer tiene la cara empapada, pero no puede dejar de sonreír. Lo suyo es más que emoción. Es algo para lo que, por suerte, aún no se inventaron adjetivos expresivos. Su padre murió sobre las mismas baldosas coloradas en las que, 33 años después, ella está de pie para afirmar que ama la vida. Esa imagen no se puede explicar con palabras.

Y esa imagen, que no se puede explicar con palabras, tuvo lugar ayer por la mañana en el Museo de la Memoria que funciona en el ex campo de concentración “La Perla”. Fue en el marco de una interesante actividad que se lleva adelante para homenajear a los hombres y mujeres asesinados allí por la dictadura militar. En este caso, además de recordar a Honores (sobre quien ya ahondaremos), se hizo un acto en dedicatoria de todos los militantes de la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), considerada de las más numerosas luego de Montoneros y el ERP.

El homenaje desbordó de ojos acuosos. Y también de frases cargadas con sentido histórico: “El tiempo nos enseña que ninguna derrota es definitiva; si tuviéramos que elegir otra vida, elegiríamos ésta”. Y ese homenaje, que desbordó de ojos acuosos y también de frases cargadas con sentido histórico, fue una instancia hermosa para la construcción colectiva de la lucha y la memoria de los pueblos latinoamericanos. Alguien dijo “el beso como meollo de cualquier revolución”. Otra frase que es más que una frase. Luego, el aplauso.

Fragmentos de una personalidad. La de Justino Honores es una de las muertes más emblemáticas de “La Perla”. Fue alevosamente torturado y agonizó el poco tiempo que tardó su cuerpo en consumir sus reservas orgánicas. Una sobreviviente dijo que “no profirió un solo grito, ni un lamento. Era silencioso, callado y sufrido”. Murió a comienzos de noviembre de 1976. La UOCRA perdió a un trabajador, la OCPO a un militante y la Argentina a un hombre de bien.

El de ayer fue un velorio sin cuerpo, con la diferencia de que, en lugar de despedirlo, su familia lo recibió. “Apenas lo estoy conociendo”, murmura Luis, otro de sus hijos, que, según dicen, tiene la misma voz que su padre. El camino recién empieza.

01/11/2009 | Córdoba, día a día.

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