domingo, 21 de febrero de 2010

OPOSICIÓN PSÍQUICA

Por Orlando Barone

Si otro gobierno constitucional, de signo opositor, fuera consagrado al final de éste, el grave problema ya no sería su ideología sino su psiquismo. Porque luego de tanto tiempo juntando infundios, negruras y desprecios, y acumulando odios y rechazos, ninguna mente reclutada en ese estilo queda a salvo de ese estrago. Porque ni la enfermedad del ex presidente estimuló a la oposición a saludarlo aunque sea como cortesía social o protocolo. Nada. La Iglesia mandó un cura con aceites casi extremos por las dudas, sin medir que el paciente ya estaba sano. No quisiera sospechar que el cardenal Bergoglio lo deseaba grave. Y otros más feroces, en el cielo. Cuando Raúl Alfonsín estaba convaleciente, el actual gobierno lo respetaba y celebraba democráticamente. Hoy se plantean serias dudas para el futuro de opositores tan fanáticos. ¿Cómo recuperar el estado psíquico que les permita gobernar, si son sus propias víctimas de fobias intro- inyectadas durante todo el tiempo? Se van a quedar inválidos de tanto esperar que el gobierno no se mueva hasta que les toque el turno. Una oposición solo centrada en la pelea y el agravio, vilmente asociada a la traición de un vicepresidente al que se absuelve del engaño por conveniencia de campaña, y más desvergonzadamente asociada a los grandes medios hegemónicos para seguir teniendo donde actuar sus gesticulaciones republicanas y participar de entrevistas amañadas y fláccidas. ¿Podría ejercer positivamente un nuevo gobierno con tal carga negativa? Nadie vuelve de un síndrome de envidia y de impotencia de ocho años sin daños psíquicos y espirituales de recuperación incierta. Ese, y no el de si a este modelo le sucede otro antagónico, sería el dilema del país si se pasara de uno a otro gobierno. El disturbio psicológico que arrastra la oposición por su propia naturaleza antiK, que por historia y por osmosis se traslada a la actual presidenta, es una amenaza en si mismo. Dudo que a la oposición la pudiera aliviar un voto exitoso, como ya se ha probado recientemente. Y si su adicción a oponerse no se repara con alguna otra reacción de serenidad inteligente, su normalización es improbable. ¿Cómo saber qué fragmento del magma opositor le concierne a cada uno de los socios inestables que se presumen líderes de una trama, solidificada sólo temporalmente por la ofensiva hacia el gobierno? El riesgo sería otra vez sopa: sopa de vacilación, de falta de objetivos. ¿Hacia dónde ir? ¿Hacia qué dormidero de siesta mientras los rapiñeros se encargan de la rapiña y está ya listo el helicóptero? Y aunque el Estado haya logrado volver de las experiencias más duras, no luce adecuado desafiarlo a la reincidencia. Porque se puede estar en contra de muchas cosas. Y hasta se puede estar en contra de Dios si a cambio se opta por la adoración de otro credo. Es lícito, siempre que se sincere el criterio del Dios alternativo. Pero es insano para el cerebro estar en contra, solamente proponiendo la contra.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 16 de Febrero de 2010 en Radio del Plata.

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