domingo, 10 de enero de 2010

PARA PENSAR CON MAYÚSCULAS

Por boca de ganso y repetir como un loro

A nadie debe gustarle que le digan que habla por boca de ganso. Sin embargo hay personas que hablan por boca de un diario, de una radio, de un periodista, de un locutor o de un taxista. Se les nota enseguida esa situación ya que cuando hablan y uno los escucha siente que no hablan ellas sino que esas personas son un eco reproductor de algo que leyeron u oyeron y que transmiten o divulgan sin haber puesto en duda o sin consultar eso que repiten como gansos. La tragedia de repetir lo que otro dice es ignorar que lo que el otro quiere es precisamente que repitamos. Ya que su interés está en hacer creer eso que dice y que le reporta ventajas o beneficios. Estos pueden provenir de un negocio determinado o de un no menos determinado interés político o religioso.
Todas las frases o dichos populares tienen su sentido y su origen. “Hablar por boca de ganso” nace en el siglo dieciséis. Por entonces, cuando se sacaba a pasear a los chicos fuera de la escuela, el preceptor iba delante y estos en fila detrás. Igual que sucede entre los gansos: la madre guía a los gansitos que la siguen mansamente. Cuando la gansa madre o el ganso padre graznan; graznan los gansitos. También los chicos de la escuela de aquella época repetían lo que decía el preceptor, porque no tenían libertad para decir algo por si mismos y ni siquiera se les ocurría. El preceptor era dueño de la palabra base y los alumnos los encargados de ir repitiéndola.
Y aunque no supieran el significado de aquello que decían, marchaban muy orondos obedientes a la voz del preceptor. Y aún así hubo reyes, presidentes y dictadores que de chicos fueron gansitos y de grande gansos. De ahí dicen que viene el refrán.
Nadie imaginó que siglos después en la Argentina muchas personas adultas se han ido resignando a hablar y pensar de acuerdo a lo que les transmiten los medios. La comodidad de confiar en este o en aquel diario, en este o aquel comunicador les enfría y relaja cualquier intento de duda o desconfianza. En esta era de la comunicación ultra cada uno debe auto medirse y constatar cuanto tiene de ganso. Hay otro refrán, más fácil de entender: “Repetir algo como un loro”. A partir de América los europeos empezaron a conocer a las aves tropicales: papagayos y loros. Y se asombraron de que estos pájaros al oír hablar a los humanos que los criaban repetían exactamente eso que aquellos hablaban. Naturalmente que el loro no entiende cuanto repite. Tampoco el ganso es consciente de que se usa su nombre en ese dicho desdeñoso. Pero lo triste es que haya tantos humanos que sin saberlo, repiten algo como loros. Si ponemos atención a nuestro comportamiento, se verá que hay momentos en que cualquiera se convierte en papagayo. Otros lo son en todos los momentos. Cada tanto me contagio. Los más proclives a padecer esta enfermedad somos los periodistas y comunicadores. Aunque últimamente hay casos de periodistas que repiten lo que les dictan; pero se olvidan de este detalle y se convencen de que hablan o escriben por si mismos. El ganso no sabe por qué grazna, pero grazna.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 2 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.

FUENTE: ORLANDO BARONE BLOGSPOT. MIÉRCOLES 2 DE DICIEMBRE DE 2009.-

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