martes, 29 de septiembre de 2009

LLAMALA COMO QUIERAS

“Esa” ley del bautismo múltiple

Por Orlando Barone

Algo nuevo ha estado ocurriendo estas últimas semanas entre los argentinos: algo que nos convierte en ciudadanos protagonistas. Es la discusión acerca de la nueva Ley de Medios audiovisuales o de radiodifusión. Bautícela como quiera. Ley del miedo, ley K, ley mordaza, ley chavista, ley intencionada, ley contra un grupo empresario, ley por la libertad de expresión o por la libertad de pequeñas empresas. Ley innecesaria en una sociedad con pobreza. Ley por qué tanto apuro. Ley que distrae a propósito de temas más importantes. Cualquiera sea el lugar desde donde cada uno discuta; desde donde cada uno la apoye o se oponga, el tratamiento público que coloca a esta Ley en escena también nos coloca en escena a nosotros: los ciudadanos. Ese comprometernos en lo heterogéneo y en lo diverso es un significante básico de la democracia. Cualquiera sea nuestro conocimiento o nuestra ignorancia hay en cada uno una reacción instintiva que nos empuja a no desconocer eso que pasa en el parlamento. Y aquí estamos involucrados en el debate, desde cerca o desde lejos; a veces confundidos o absortos; o convencidos de que sabemos por qué tomamos esta posición y no otra. Cuando un tema adquiere esta relevancia; cuando los intereses en juego apelan a todos sus recursos, algo grueso debe de estar desarrollándose e incubando. Algo que aunque aparenta importar a los directamente comprometidos nos concierne a nosotros. Como nos concierne la Corte Suprema, de la cual a veces no memorizamos los nombres de quienes la integran; como nos concierne Honduras, aunque no sepamos donde queda en el mapa. Y como nos concierne a todos – y desde ya a los pobres- la pobreza, pero también nos concierne desde qué lugar de la política y de la economía se la enfrenta con más sinceridad y eficacia. Así que hay que aguantarse este tiempo cargado de “esa” Ley que de buena gana para muchos interesados económicos podría haber seguido en el cajón o en la penumbra sin que nadie la reclamara. Pero de pronto sale; se filtra entre los intersticios de la agenda y se delata y descubre. Ya no se la puede volver a encajonar. Ha salido desnuda y ha desnudado a los intereses. Y también nos desnuda a nosotros. No hay unanimidad ni uniformidad en nada humano. La democracia es precisamente la diversidad. ¿En qué lugar de esa diversidad me individualizo y comprometo? Aún desde la indiferencia estoy involucrado. Una sociedad se hace de disensos y pasiones encontradas. No hay que hacer caso de esas encuestas que dicen que a las sociedades les gustan los gobiernos tranquilos. Los gobiernos tranquilos no cambian nada. Tampoco las ideologías falsamente neutras. Porque actúan para los que ya están satisfechos. O desganados. La llamada “intranquilidad” es el estado de ánimo de una sociedad viva. Así que “esa” ley nos ejercita y nos prueba.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 28 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

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